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lunes, 14 de agosto de 2017

Que la luz de la resurrección siempre nos ilumine para superar los momentos oscuros que nos puedan aparecer en la vida

Que la luz de la resurrección siempre nos ilumine para superar los momentos oscuros que nos puedan aparecer en la vida

Deuteronomio 10,12-22; Sal 147; Mateo 17,22-27
Cuando presentimos que las cosas no nos van a salir bien, que aquella meta que nos habíamos propuesto, aquellos objetivos que nos habíamos trazado, o aquella tarea en la que nos habían embarcado no lo podremos realizar sentimos en nuestro interior como una sensación de fracaso, de rebeldía interior que no queremos ni pensar en lo que nos pueda suceder. Tantas veces en la vida nos sentimos hundidos y una posible reacción es huir de ello, no querer pensarlo, imaginar que son solo sueños negativos que pasarán y de los que nos vamos a despertar. Ahí tendría que aflorar nuestra entereza, nuestra valentía y madurez para afrontar los problemas, para intentar de asumir cosas o tratar de buscar caminos o soluciones. Pero quizá es nos resulta mas cómodo echarlo en el baúl del olvido.
¿Cómo se sentirían los discípulos cuando Jesús les anuncia que un día todo aquello puede terminar en un fracaso? Jesús les anuncia que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los gentiles, Jesús les anuncia incluso su muerte, y eso es un mazazo muy fuerte en sus conciencias y en sus ilusiones. Ellos creían en las palabras de Jesús, sus corazones ardían de esperanza cuando les hablaba de Reino nuevo, el Reino de Dios aunque no terminaran de entender en qué consistía, por lo que aun andaban con sus sueños y ambiciones muy humanas y muy terrenas. Pero que ahora Jesús les diga que El va a morir porque lo traicionarán y lo entregaran, es algo que no les cabe en la cabeza.
Normal fue la reacción de Pedro en otra ocasión en que Jesús les había hecho el mismo anuncio de querer quitarle esas ideas de la cabeza a Jesús como cuando nos viene alguien contándonos de sus tenebrosos sueños y tratamos de ayudarle a que no piense en esas cosas. Pero Jesús había rechazado aquella buena voluntad de Pedro, por eso ahora ante este nuevo anuncio se queden en silencio, desconcertados una vez mas y sin saber qué hacer o qué decir.
Jesús está preparándonos para que sean fuertes en esos momentos difíciles. El sabe que llegará el momento en que se dispersaran como se dispersan las ovejas cuando llega el peligro, cuando aparece el lobo, en que cada una intentará escapar como pueda. Algo así les puede pasar a ellos. Pero las palabras de Jesús no son augurios oscuros solo de muerte, sino que Jesús siempre les anuncia la resurrección, que al tercer día resucitará. Pero serán palabras que tampoco entienden, les da miedo preguntar y se quedarán también en el olvido hasta que suceda.
Pero no nos hacemos esta consideración solo para analizar lo que le sucedía a los discípulos y su reacción. Escuchamos esta Palabra de Jesús que también quiere iluminar nuestra vida para cuando tengamos que enfrentarnos a situaciones similares. No siempre logramos avanzar como quisiéramos personalmente en nuestra vida cristiana y en ese camino de superación personal. Son muchas nuestras flaquezas y nuestros tropiezos pero no podemos hundirnos. Tenemos siempre la certeza de la presencia de Jesús junto a nosotros, la fuerza de su gracia que nos ayuda a superar esos momentos oscuros y a levantarnos con nueva ilusión y esperanza.
Muchas veces mirando en nuestro entorno, mirando la situación de la Iglesia en medio del mundo, contemplando la vida de los propios cristianos muchas veces tan llena de superficialidades y sin una verdadera espiritualidad, nos podemos sentir en esa dura sensación de preguntarnos qué es lo que estamos haciendo, que es lo que hace la iglesia, si realmente la vida de los cristianos es esa sal y levadura en medio del mundo, esa luz para cuantos nos rodean.
Pudiera entrarnos igualmente el desanimo, sentirnos fracasados, o desorientados sin saber qué hacer o qué camino tomar. Escuchemos siempre con mucha fe las palabras de Jesús que tratan de alentarnos y poner mucha esperanza en el corazón. Siempre el anuncio de Jesús terminar con resplandores de una anunciada resurrección. Es posible esa vida nueva, ese hombre nuevo, ese mundo nuevo, y en esa tarea tenemos que seguir empeñados porque con nosotros está el Señor.
No perdamos nunca la esperanza. Que la luz de la resurrección siempre nos ilumine para superar los momentos oscuros que nos puedan aparecer en la vida.

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