Vistas de página en total

jueves, 21 de septiembre de 2017

Aprendamos a mirar con una mirada nueva y limpia a los demás igual que Jesús supo contar con el publicano Mateo para hacerlo su apóstol y evangelista

Aprendamos a mirar con una mirada nueva y limpia a los demás igual que Jesús supo contar con el publicano Mateo para hacerlo su apóstol y evangelista

Efesios 4, 1-7. 11-13; Sal 18; Mateo 9, 9-13
¿Cómo se te ha ocurrido contar con esa persona? Con la historia que tiene detrás… sabrás bien lo que ha sido su vida… Así habremos escuchado quizá en alguna ocasión en referencia a alguien cercano o quizás nosotros mismos que había o habíamos tomado la decisión de contar con alguien que eran mal vistos por los demás. Somos muchas veces fáciles para estar contando o teniendo en cuenta la historia de los demás, y hay personas con las que no quisiéramos contar o que nos parece que por lo que ha sido su vida deberían desempeñar algunos oficios o responsabilidades. Y sucede en muchos ámbitos de la sociedad, y hasta entre nosotros en la comunidad eclesial. Pareciera que lo de la misericordia que tanto predicamos tenga sus límites pero quizá no todos merezcan una misericordia plena.
Es un pensamiento que me surge escuchando este evangelio y la reacción de los puritanos de los fariseos porque Jesús había llamado a Mateo para formar parte de sus amigos más cercanos y porque comían con publicanos y pecadores. Fue una reacción semejante a cuando Jesús se auto invitó a casa de Zaqueo allá en Jericó y se sentó a su mesa con los amigos de Zaqueo también.
Mateo o Leví, como queramos llamarlo, era un recaudador de impuestos. Ya por el solo hecho de tener esa profesión era mal considerado por los judíos, y aquellos que se consideraban mas puritanos los llamaban pecadores, publicanos. Es cierto que era una profesión fácil para los deslices en la cuestión de cuentas, de ganancias ilícitas o de manipulación de los impuestos para obtener beneficios particulares. Ya recordamos cómo Zaqueo se consideraba un ladrón y pecador y tuvo el valor del arrepentimiento y la conversión en el encuentro con Jesús. De Mateo no hay ningún indicio de que fuera de esta condición, pero ya la profesión lo marcaba, y para los judíos era un publicano, un pecador. Y Jesús lo había llamado y se había sentado a su mesa.
Jesús quiere contar con todos como quiere contar con nosotros también. Y tenemos que reconocer que nosotros también somos pecadores, pero Jesús nos ama y nos llama para contar con nosotros también. Y es que Jesús mira el corazón y cree que el corazón del hombre también puede cambiar y con eso todas las actitudes y todos los comportamientos de la persona para ser un hombre nuevo.
La historia de la Iglesia resplandece con la vida y el testimonio de los santos, pero hemos de saber ver también como muchos de ellos habían sido grandes pecadores, pero un día sintieron la llamada del Señor y su vida cambio. San Agustín, san Ignacio de Loyola, san Juan de Dios, la misma santa Teresa de Jesús que había pasado por muchos momentos de dudas, de negruras en su vida, y tantos y tantos más que podríamos mencionar en larga lista, un día cambiaron, un día se dieron totalmente al Señor. Dios quiso contar con ellos fuera cual fuera su pasado. Como lo hace con nosotros que reconocemos tantas flaquezas en nuestra vida, tantas idas y venidas, tantas veces que prometemos tantas cosas y luego volvemos a las andadas, pero Dios sigue confiando en nosotros, sigue amándonos y contando con todo lo que le podamos ofrecer en nuestra entrega.
Creo que la celebración de la fiesta de este apóstol, san Mateo, a quien hoy celebramos entre otras muchas cosas que de El aprendemos y recibimos – contamos con su evangelio – nos tendría que hacer pensar en muchas cosas para aprender a tener una mirada distinta hacia los demás. Para que de una vez por todas dejemos atrás nuestros prejuicios y nuestros juicios maliciosos, nuestras desconfianzas y discriminaciones y aprendemos a mirar con una mirada nueva y limpia a los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario