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sábado, 16 de diciembre de 2017

Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar, para inculcar una sabiduría nueva, y para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto

Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar, para inculcar una sabiduría nueva,  y para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto

Eclesiástico 48,1-4.9-11; Sal 79; Mateo 17,10-13

‘Irá delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos, para inculcar a los rebeldes la sabiduría de los hijos, y para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto’. Así le había anunciado el ángel a Zacarías en el templo el nacimiento de Juan y su misión.
Ahora Jesús les dirá a los discípulos ante sus preguntas que ‘Elias ya ha venido y no lo reconocieron sino que lo trataron a su antojo’, y los discípulos que le habían preguntado por qué los escribas decían que primero tendría que venir Elías comprenden que Jesús se estaba refiriendo al Bautista.
Todos habían admirado a Juan y habían acudido al desierto y a la orilla del Jordán para escuchar su predicación. Juan les anunciaba la venida inminente del Mesías para lo que habían de prepararse. ‘Para preparar un pueblo bien dispuesto’, que le había dicho el ángel a Zacarías. Por eso, como el mismo se presenta, es la voz que grita en el desierto para preparar los caminos del Señor.
No todos le querrán escuchar, sus palabras resultarán incomodas para algunos, como siempre sucede; de Jerusalén vendrán embajadas para preguntarle si él es el Mesías y con que autoridad se presenta como profeta y bautiza; los de siempre que quieren manipular, que no quieren que nada se haga sin su consentimiento, que no permiten que surja nada nuevo que pueda perturbar su situación, el estatus establecido y en el que se sienten tan a gusto.
Sucede siempre y seguirá sucediendo. Cuando surge alguien con actitudes y gestos proféticos, con palabras valientes que hablan claro, que denuncian lo que está mal y hay que corregir, aparecerán resistencias, intentos de desprestigio, maneras de querer acallar a los que quieren un orden nuevo.
Es también la lucha interior que surge dentro de nosotros cuando se nos ha encendido una luz que nos hace ver las cosas de forma distinta y que radicalmente tendríamos que cambiar muchas cosas en nuestra vida; nos resistimos, nos decimos que tenemos que pensárnoslo bien, que no es necesario ir tan deprisa ni de forma tan radical; son las múltiples tentaciones que sentimos en nuestro interior.
Tenemos que aprender a dejarnos conducir por el espíritu del Señor que va suscitando tantas cosas buenas en nuestro interior. No podemos acallar esa voz del espíritu, pero sin embargo tantas veces nos hacemos oídos sordos. Dejémonos transformar para que haya ese camino nuevo en nosotros y llegue a nuestra vida el Emmanuel, el Dios que quiere aposentarse en nuestro corazón. No tengamos miedo a las cosas que tengamos que cambiar porque lo nuevo que nos trae el espíritu del Señor superará todo lo que hayamos podido tener y nos hará entrar en caminos de plenitud y de la más hermosa felicidad cuando nos demos enteramente por los demás.
Es el espíritu con que hemos de ir haciendo este camino del Adviento, ese camino que en navidad nos lleve de verdad a una vida nueva en nosotros que haga un mundo mejor. Así será verdadera navidad porque Dios va a nacer en nuestro corazón para hacer de nosotros un hombre nuevo. Formaremos parte así de ese pueblo bien dispuesto.

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